Caminado por el Glorieta

martes, 15 de noviembre de 2011

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Las luces de un día soleado se ven aumentadas por la precedencia de los días grises de un otoño reparador. El camino hacia el Niu de l'àliga, es un placentero paseo que te invita a descubrir la frondosidad y fertilidad de un valle repleto de vida. El agua es el elemento purificador y éste te acompaña durante todo el trayecto, con el murmuro que supone la voz del agua. Los metálicos frutos del durillo se encuentran ahora enfrentados a los de la zarzaparrilla o los del madroño, dándole color a un espacio que juega con el cromatismo provocado por los árboles caducifolios. El arce ahora se desprende en amarillo de sus hojas, que tapizan un suelo húmedo y cargado de micelios que intentan salir en forma de seta si las condiciones lo permiten. En las alturas dos viejos cuervos juegan planeando sobre la cima calcárea de las paredes que forman el valle, y más abajo el jardinero arrendajo deambula entre las encinas que regalan las bellotas. El roble, viejo, estirado y marcescense protege los nuevos brotes hasta que tengan suficiente fuerza para valerse por si mismas. Mientras ofrece su sombra al caminante y un ambiente que te transporta a otros tiempos donde todo era más fácil.